Los aspectos sociales de los incendios
Hace años actué como especialista, en uno de los incendios más graves que se han producido en Castilla-La Mancha, concretamente en la zona de la localidad de Poyatos (Cuenca), y pude vislumbrar los múltiples matices que los incendios pueden sacar a la luz, dañando todo tipo de vida en los lugares donde se producen.
Para iniciar se ha de tener presente en primer lugar que un incendio es un fuego no controlado que puede causar daños materiales, pérdidas de vidas y afectar al medio ambiente. Se produce cuando tres elementos se combinan: un material combustible, oxígeno y una fuente de calor. Estos elementos, al interactuar, como bien sabemos, generan una reacción de combustión que puede propagarse rápidamente si no se controla, causando unos daños que a veces pueden ser irreparables.
Se puede señalar que además de los aspectos demográficos y geográficos que determinan la respuesta de los servicios públicos para atender las emergencias, en las zonas rurales hay otros aspectos administrativos y sociales que tienen repercusión en los incendios en estas áreas.
Como se sabe la ley de Bases de Régimen Local obliga a los ayuntamientos de más de 20.000 habitantes a tener servicio de bomberos. Esta Ley de 1985 supuso en la práctica no reconocer el derecho al servicio de extinción de incendios a los ciudadanos que vivían en municipios menores de 20.000 habitantes (en 1990 eran 14 millones de habitantes). Esto posteriormente se ha corregido en casi toda la geografía española al haberse creado muchos servicios provinciales de bomberos.
"Como se sabe la ley de Bases de Régimen Local obliga a los ayuntamientos de más de 20.000 habitantes a tener servicio de bomberos. Esta Ley de 1985 supuso en la práctica no reconocer el derecho al servicio de extinción de incendios a los ciudadanos que vivían en municipios menores de 20.000 habitantes "
Con respecto a la legislación nacional de seguridad contra incendios en la edificación –el Código Técnico de la Edificación (CTE)- es la misma para todo el territorio y debería aplicarse por igual en todos los ayuntamientos, pero una adecuada observancia de esta norma exige de técnicos cualificados (aparejador municipal, departamento de licencias, etc.) que los ayuntamientos pequeños no tienen por lo que las condiciones de seguridad contra incendios de los edificios en los pueblos no alcanza el nivel que existe en los grandes municipios y esto suponiendo un mayor riesgo de incendio. Esta deficiencia tiene que ser atendida por los departamentos de prevención de los servicios de bomberos provinciales de la misma manera que prestan el abastecimiento de agua.
Los aspectos sociales de los incendios incluyen la pérdida de vidas humanas, la destrucción de viviendas y medios de vida, el desplazamiento forzado de comunidades, el impacto en la salud mental y física por el humo y el estrés postraumático, y el empobrecimiento de las comunidades afectadas, especialmente las más vulnerables. Además, generan una erosión del tejido social y cultural, la pérdida de conocimientos tradicionales y la interrupción de servicios esenciales.
Como bien se sabe, los incendios se suelen producir mayoritariamente en el ámbito rural, por lo que se debe tener presente que:
• El riesgo de caer en situación de pobreza es mayor entre la población rural, y llega a afectar al 34% de su población, casi 10 puntos por encima de la tasa de pobreza en las grandes urbes y 5 puntos más que en las ciudades de tamaño intermedio.
• La tasa de discapacidad a partir de los 64 años es ligeramente superior en el ámbito rural que en el urbano lo que incrementa el riesgo al disminuirse las posibilidades de apercibirse de un incendio y de escapar del mismo.
• La tasa de permanencia de la población no llegaba al 50% en algunas épocas por lo que se ha venido produciendo un éxodo y abandono de los edificios que han quedado en estado precario, sin mantenimiento, por lo que se incrementa el riesgo de incendio.
• La antigüedad de muchas viviendas ha exigido de nuevas instalaciones, como la electricidad, realizadas en muchos casos de forma artesanal o casero, sin la participación de electricistas profesionales, lo que incrementa el riesgo de incendio.
• La autoconstrucción ha sido un fenómeno muy extendido en las áreas rurales que ha dado como resultado viviendas con mayor riesgo de incendio.
• El uso de la madera como material de construcción en las viviendas junto con una instalación eléctrica tosca también aumenta el riesgo de incendio. Por supuesto la madera también es un factor de riesgo en la propagación del incendio.
• La utilización del carbón y la leña en sistemas tradicionales de calefacción como el “fuego bajo”, gloria, braseros, estufas, etc., también incrementa el riesgo de incendio.
• En las áreas rurales se produce un gasto medio por hogar un 10% menor respecto de la media nacional. Esto repercute en que también el gasto en el medio rural en equipamiento del hogar y en conservación de la vivienda sea un 10% inferior sobre la media nacional (Fuente: INE. Gasto según tamaño del municipio de residencia en municipios de menos de 10.000 habitantes en 2023).
También hay que tener en cuenta que las comunidades que viven cerca o dentro de áreas boscosas son las más vulnerables ante los incendios. La rápida propagación del fuego puede forzar a la evacuación de poblaciones enteras, generando crisis humanitarias, pérdida de viviendas y el desarraigo de familias que dependen de estos entornos para su sustento.
El humo y los contaminantes liberados durante un incendio forestal pueden afectan a la salud de las personas, especialmente en poblaciones sensibles como niños, ancianos y personas con enfermedades respiratorias. La mala calidad del aire suele provocar problemas respiratorios, irritaciones o incluso enfermedades crónicas a largo plazo.
Las consecuencias económicas de los incendios forestales son significativas, siendo los daños en las infraestructuras, las pérdidas de cultivos y el impacto en la industria turística son solo unas pocas de las repercusiones que pueden dañar a las economías locales y regionales. Además, los costos asociados a la rehabilitación de áreas afectadas y la atención médica para las personas como para los animales que habitan en la zona son numerosas.
Otra cuestión de relevancia son los aspectos psicológicos, más concretamente es que el trauma que sufren las comunidades ante la pérdida de sus hogares, la destrucción de su entorno y la incertidumbre sobre el futuro puede tener efectos psicológicos a largo plazo. El estrés, la ansiedad y otros trastornos emocionales pueden afectar tanto a individuos como a colectivos, debilitando el tejido social de las zonas afectadas.
"El estrés, la ansiedad y otros trastornos emocionales pueden afectar tanto a individuos como a colectivos, debilitando el tejido social de las zonas afectadas"
Aunque no existen datos de las personas que son salvadas de morir en los incendios por los servicios de emergencia, pues los servicios de bomberos no suelen registrar estos datos en sus partes; y tampoco lo hacen otros servicios públicos como podrían hacer los centros de coordinación de emergencias 1-1-2; podemos afirmar que, aunque no ocurra con mucha frecuencia, siempre hay algún caso en que esto sucede cada año en distintos puntos de la geografía nacional.
La posibilidad de salvar a alguien de un incendio depende del tiempo de llegada al lugar desde que se ha producido y se avisa del incendio. Así que la no existencia de un servicio de bomberos cercano ha de considerarse un factor de riesgo adicional. Si los rescatadores no llegan pronto no habrá personas rescatadas. Como los servicios de bomberos profesionales están situados en las zonas más pobladas y en los pueblos hay muy pocos bomberos voluntarios, en las zonas rurales hay menos posibilidades de salvar personas en los incendios.
¿Qué soluciones podríamos proponer?
Reforestación y restauración de ecosistemas: invertir en programas de reforestación ayuda a recuperar la biodiversidad y a restablecer el equilibrio del suelo y de los ciclos naturales. La restauración de ecosistemas degradados es vital para acelerar la recuperación del medio ambiente.
Monitoreo y alerta temprana: el El desarrollo de sistemas de monitoreo que utilicen tecnología satelital y drones puede facilitar la detección temprana de incendios, permitiendo una respuesta rápida y eficaz que minimice los daños.
Planes de emergencia y capacitación comunitaria: establecer protocolos de evacuación y capacitar a las comunidades sobre cómo actuar en caso de incendio es esencial para reducir el impacto social. La preparación y la educación pueden salvar vidas y reducir el trauma en situaciones de crisis.
Apoyo psicosocial: implementar programas de asistencia psicológica para las comunidades afectadas es clave para facilitar la recuperación emocional y social tras un incendio forestal.
Las consecuencias de los incendios forestales son múltiples, yendo desde la degradación ambiental hasta impactos de carácter social y económico. La prevención, el monitoreo y la rápida respuesta son herramientas esenciales para mitigar estos efectos.
Asimismo, la rehabilitación y el apoyo a las comunidades afectadas deben formar parte de una estrategia integral para construir un futuro más resiliente, en el que las futuras generaciones puedan disfrutar de la Naturaleza y de nuestros bosques en particular, con una ley que endurezca las penas considerando a los incendios como delitos de terrorismo medioambiental.